miércoles, 5 de febrero de 2014

Hallaron 55 cadáveres de chicos en un antiguo reformatorio de Florida

Restos de 55 adolescentes y niños, entre ellos uno de 6 años, fueron desenterrados en predios de un reformatorio que funcionó entre 1900 y 2011 en la ciudad estadounidense de Marianna, Florida, en una investigación por antiguas denuncias de maltratos y abusos que allí se cometían.
El caso, publicado recientemente por el diario local "Miami Herald" y replicado hoy en diversos medios del mundo, comenzó a inicios del siglo pasado, cuando no había prisiones estatales en Florida y tanto chicos con problemas como huérfanos eran internados en la antigua escuela para varones Marianna, luego rebautizada Arthur G. Dozier.
"La gran tumba de los niños desobedientes", titula el diario El País de España un extenso y detallado artículo sobre los horrores que allí padecieron los niños, en especial los afrodescendientes.
Un equipo de antropólogos forenses cavó durante tres meses en los predios del reformatorio, cuyo cementerio tenía oficialmente 31 cuerpos enterrados: los de 29 estudiantes y dos empleados. Pero ya hallaron restos de 55 cadáveres y creen que si siguen excavando encontrarán más.
Ante la falta de prisiones, el "colegio" era en realidad un campo de trabajo donde sometían a castigos físicos, confinamiento, palizas y segregación racial a chicos de 6 a 18 años de edad.
El reformatorio, que estaba a cargo del Departamento de Justicia Juvenil de Florida, recibía chicos acusados de delitos o con problemas de conducta y también a otros por ausentismo escolar o simplemente huérfanos provenientes de 22 condados de ese estado, de Georgia y de Carolina del Sur, reseña el artículo.
Fue la primera institución de ese tipo en Estados Unidos y le cambiaron el nombre tres veces, la primera en 1914 luego de comprobar, en seis investigaciones legislativas, que los chicos sufrían castigos brutales, eran malalimentados y los alojaban en condiciones paupérrimas.
En tiempos de apartheid, la peor parte la soportaban los chicos negros, que debían trabajar en cultivos de madera, algodón y hortalizas de la escuela y además los cedían como mano de obra en granjas del pueblo.
El nombre que tuvo el reformatorio hasta su cierre, en junio de 2011, fue impuesto en honor de uno de sus ex directores.
Fuente gacetamercantil.com

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