“Ver el terror en las caras de los demás fue espantoso. No le deseo a nadie pasar por esto”, dice aún en estado de shock Yolanda Escobar, una mujer que subió al Chapa 5,en la estación de Morón y terminó en el Hospital Ramos Mejía donde fue atendida por golpes en el cuello. Ella es una de los casi cien pasajeros que resultaron heridospor el choque del tren en la estación de Once.
Desde Mitre y Pueyrredón desfilaronambulancias, helicópteros y patrulleros para trasladar a los lesionados. Incluso algunos se trasladaron por sus propios medios a los centros de atención médica.
“Me sorprendió el latigazo del impacto porque venía durmiendo. No recuerdo bien cómo salí, pero me fui caminando hacia el hospital Ramos Mejía. Todo era gritos y llantos. La gente se asustó y corría para todos lados”, cuenta la mujer mientras sostiene las dos radiografías que le realizaron en esa institución.
“Me sorprendió el latigazo del impacto porque venía durmiendo. No recuerdo bien cómo salí, pero me fui caminando hacia el hospital Ramos Mejía. Todo era gritos y llantos. La gente se asustó y corría para todos lados”, cuenta la mujer mientras sostiene las dos radiografías que le realizaron en esa institución.
El Chapa 5 partió a las 6:10 desde Moreno y a las 7:35 impactó en el anden 2. Los relatos de los pasajeros coinciden al afirmar que la duración del viaje entre algunos tramos era menor en comparación a otros días.“Entre Caballito y Once se notó que iba más rápido. En Flores me di cuenta de que el tren se pasó de la línea de frenado porque debió retroceder, pero no sospeché nada raro”, sostiene César Caprino (59) que sufrió unos cortes y leves golpes en un brazo.
Por otro lado, Hernán Gallardo, quien viajaba en el primer vagón asegura que la formación al llegar a la terminal aminoró la marcha, pero no llegó a tiempo para evitar el impacto. “La gente logró salir de los vagones y muchos atacaron al motorman. Estaban enfurecidos”, dice.
Sin imaginar lo que verían sus ojos, César Rojas cuenta sin entender lo que vio mientras esperaba un tren en la estación. “Estaba en el andén esperando que llegue la formación. Dejé irse uno porque quería viajar sentado. Al llegar el tren Chapa 5 fue como ver un fantasma que no se detuvo”, asegura Rojas y agrega: “El ruido fue como si se hubiera derrumbado una casa, como un gran estallido. El motorman estaba tirado detrás de su asiento y la gente comenzó a tirar piedrazos”, detalla.
En la puerta de los hospitales se podía observar a algunos heridos que ya dados de alta salían a paso lento acompañados por algún familiar. Al mismo tiempo también llegaban personas en búsqueda de datos de familiares o conocidos que podrían haber estado en el Chapa 5.
En total fueron doce los hospitales que recibieron pacientes, entre ellos el Ramos Mejía, Argerich, Tornú, Penna, Santojanni, Piñero, Fernández, y Zubizarreta. Entre las personas asistidas, hubo dos niños de ocho y diez años y cinco adolescentes de entre 14 y 17 años.
Luego de recorrer las distintas instituciones médicas, la ministra de Salud porteña, Graciela Reybaud, explicó que en el operativo de atención a los heridos se utilizaron dos helicópteros y ochenta ambulancias con médicos y enfermeros del SAME. El traslado de heridos se inició a las 7:35 y finalizó a las 8.10.
Uno de los heridos que debió permanecer en observación en el hospital Fernández, fue Daniel Jiménez, que había subido en Hurlingham, como todos los días, para ir a su trabajo. “Se me cayó encima mucha gente y me golpeé la cadera. Me duele todo el cuerpo”, explica a PERFIL acompañado por la doctora Bibiana Amor Curti, integrante del departamento de urgencias del Hospital Fernández, donde ingresaron 13 personas. “Por unos días seguramente no tomaremos el tren, pero es la única forma de viajar desde el oeste y no gastar mucha plata. Es barato, pero también muy peligroso” se lamentó el hombre que hace dos semanas fue padre, aunque siente que “la sacó barata”, ya que sólo sufrió algunos traumatismos leves.
Christofer López (24) también relata conmocionado su historia. El iba en el cuarto vagón yproducto del impacto voló cerca de cinco metros. “Se apagaron las luces y por el impacto la gente se desplazó hacia adelante. Como no se abrieron las puertas, para salir rompí dos ventanas y salté a las vías. Vi mucha gente herida y golpeada. Era una imagen terrible”, cuenta.
Julio, otro pasajero, que iba en la formación se suma al relato: “Todavía está muy fresco lo del año pasado y lo de Castelar. Cada dos por tres pasa una desgracia de éstas. Viajar así no da para más”.
Quedan cinco internados
Según el último parte médico enviado por el Ministerio de Salud porteño quedan sólo cinco pacientes internados en estado de observación de las 99 personas atendidas por el accidente de Once en los distintos hospitales porteños.
La mayoría de los pacientes sufrieron politraumatismos, heridas de distinta índole y crisis nerviosas, pero ninguno revistió un cuadro de gravedad que implicara riesgo de vida. Entre los socorridos, había dos niños de ocho y diez años, que fueron dados de alta luego.
De acuerdo a lo citado en el informe oficial, se notifica que los pacientes que permanecerán bajo cuidados médicos son: Gumersinda Cerín (44) y Héctor Rojas (53), internados en el Hospital Penna; Mirta Avarenque (59), en el Ramos Mejía; Julio Soto (30) en el Rivadavia; y Pre Jean Marie Ngadjui (oriundo de Camerún, 43) en el Hospital Durand. Por el cuadro médico de los internados, se espera que durante el día de hoy se evalúe su evolución para poder determinar el alta médica.
Rubén Méndez (23)
“Estuve en Once en la anterior tragedia” Rubén Darío Mendez tiene 23 años y es la segunda vez que le toca vivir de cerca un accidente del Sarmiento. En febrero de 2012 había tomado la formación que salió después de la de la tragedia. En este caso, él era uno de los pasajeros del tren que chocó al llegar a Once. “En esa oportunidad me había tomado la formación que salió detrás de la que chocó y vi todo de cerca. Ahora me tocó estar ahí aunque sólo me golpeé un poco la pierna”, cuenta Méndez, quien había subido en Morón al segundo vagón. A él como a muchos de los pasajeros que estaban ayer en la estación, los antecedentes del Sarmiento aparecieron como fantasmas del horror en las mentes de todos. Con algunos golpes en una de sus piernas, se fue a su casa dado de alta luego que le practicaran distintos estudios y placas donde desestimaron lesiones de gravedad. “Tengo que hacer reposo”, explica. El joven es empleado de una granja y afirma que lo que más lamenta es que mañana tendrá que volver a usar el mismo transporte. “No hay otra opción. Es lo que más rápido te traslada desde el Oeste. Lo triste es que incluso los familiares de algunos de los heridos usaron el tren para llegar al centro”.
Graciela Peralta (55)
“Todos gritaban y yo me desesperé” Graciela Peralta (55) subió al tren en la estación de Paso del Rey. Como de costumbre, viajaba en el cuarto vagón, porque evitaba ir en los primeros coches del tren. Iba escuchando música, pensando en sus cosas. De pronto sintió un golpe y de inmediato se cayó al suelo. “Venía sentada, mirando por la ventana. El tren frenó de golpe, se escuchó un estallido y todos los pasajeros empezaron a gritar. Me di cuenta que habíamos chocado y me dio mucha desesperación”, cuenta a PERFIL.
Peralta fue atendida en el hospital Ramos Mejía donde le enyesaron su pierna izquierda, fracturada. “Estoy aturdida, en un segundo viví todo lo que pasó en la tragedia de Once. Dentro del tren chocado recordé lo que había visto en la televisión y me desesperé porque no podía mover la pierna. Los bomberos me rescataron”, cuenta la mujer, acompañada de su hija embarazada de 8 meses. “Fue horrible, uno no sabe qué hacer. Temía que mi familia se preocupara. Tengo ganas de llorar, quería viajar para llegar a mi trabajo y ahora se me complicó la vida. Espero que el servicio mejore de verdad, porque nunca se sabe qué puede pasar durante el viaje”, finalizó.
Fuente perfil.com
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