jueves, 30 de octubre de 2014

Ernesto Tenembaum: "El kirchnerismo es igual al menemismo"


-Usted dijo que su libro nació de su incapacidad para escribir sobre el kirchnerismo. ¿Cómo es eso?
No sé si incapacidad es la mejor palabra, porque escribí y escribo mucho sobre kirchnerismo y, de hecho, escribí uno de los primeros libros que ponía en duda que el Gobierno fuese lo que decía que era, o lo que el progresismo pensaba que era, como fue ¿Qué les pasó? Lo que me sucedió es que después de escribir ese libro, comenzó esa discusión fuerte sobre periodismo y medios. Intenté escribir otro ensayo sobre eso, pero me aburría, sentía que era muy autorreferencial, que se notaba que yo estaba en el medio de la pelea. Le busqué distintos formatos creativos y no me enamoraba, y si vos no tenés ese impulso de pasión, es difícil seguir, porque es un proyecto por el que vos te vas a matar escribiendo, poniendo todo, y lo sacás y a la semana ya pasó la noticia. Para compensar eso, tenés que tener muchas ganas de escribirlo.
-¿Y por qué le cerró esta idea de contar el kirchnerismo a través de un libro de ficción?
Yo hace años que sentía que en algún momento me iba a llegar el desafío profesional de escribir ficción política, porque es un género que me apasiona. Nosotros los periodistas tenemos una formación literaria a los ponchazos, somos muy lectores y a la vez leemos para formarnos, no solo para divertirnos. Y cuando leía a Aguilar Camín, Graham Greene, Tomás Eloy Martínez, Osvaldo Soriano, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Jaimy Bayly incluso, pensaba: "Nadie está contando este país, su poder político, en clave de ficción".
-¿Por qué cree que ocurre esa deficiencia? Exceptuando a Jorge Asís, casi no se produce ficción política en la Argentina...
No lo sé. Jorge Fernández Díaz, en la crítica de Una mujer única que salió en La Nación, dice que este era un libro obvio, porque Cristina es un gran personaje literario, pero que no se estaba escribiendo, y plantea que los escritores o están embelesados, o están financiados, o tienen miedo. Entonces se escudan con el tema de que necesitás distancia para contar un proceso histórico. Lo que me pasó a mí es que un día la empecé a ver a Cristina como un personaje de ficción, y me pareció un personaje magnífico. Con un nivel de dramatismo enorme, con momentos excepcionales, otros horrorosos...
"EL KIRCHNERISMO, EN CUESTIONES DE CÓMO ARREGLAN LOS NEGOCIOS SUCIOS Y CONSPIRAN LOS UNOS CONTRA LOS OTROS, ES IGUAL AL MENEMISMO"
-En el libro aparecen una serie de monólogos internos de la propia Presidente. ¿Cómo fue ponerse en ese lugar e intentar capturar su voz?
Cuando yo trabajaba en Página/12, hace muchos años, me gustaba mucho hacer esas notas que consisten en ir a un lugar, un acto por ejemplo, y en lugar de transcribir lo que se dice, mirás y hacés un retrato a través de los detalles, un rictus, un detalle de vestuario, y con eso vas construyendo esa personalidad. Mi idea con Cristina era hacer algo así. Y como está contada en la convalecencia, cuando el Gobierno dice que no puede enterarse nada de lo que sucede en la Argentina porque de lo contrario no se puede reponer, es una Cristina más frágil y encerrada.
-Es una Cristina muy paranoica y dañina también
-Es paranoica y dañina sí, y es nostálgica, seductora, por momento es muy solvente, por otros disparatada. Es todo, como es ella.
-¿Es más fácil hablar sobre el kirchnerismo bajo el disfraz de la ficción?
Es más divertido. El kirchnerismo está presentado en el libro como un fenómeno actual de una manera de hacer política constante en nuestro país. Son lo mismo que fueron todos siempre. Por lo menos en términos personales y morales, después qué hacen con el país es opinable, pero en cuestiones de cómo arreglan los negocios sucios, de cómo conspiran los unos contra los otros, es igual al menemismo. Es más, la mayoría viene de ahí y tienen esa cultura. Y la ficción me permite hablar de esa continuidad, exhibiendo la manera en la que estas personas interactúan.
-Un aspecto muy interesante del libro es ese juego entre realidad y ficción, que da cuenta del nivel de irrealidad en el que estamos inmersos. Cuando presenta al personaje de la psicóloga como integrante de la "Asociación Psicoanalítica por el Proyecto Nacional y Popular", la Aprepronap, tuve que googlear para ver si existía de verdad o no. Después de los Rengos K, todo es posible...
Las primeras cien páginas son un juego en el que hasta yo me perdí y no sé qué es realidad y que es ficción (risas). Para darte una idea, invento en el libro un Salón de Nuestros Mártires en la Casa Rosada. De tres amigos míos que leyeron ese texto, dos dieron por sentado que existía, porque todo el tiempo hay salones nuevos, del Bicentenario, de la Mujer Argentina, de los Patriotas Latinoamericanos. El otro, Zloto, se fijó en Google y, cuando vio que no existía, me contó que pensó: "Ay, me cagó" (risas).
-También aparece en el libro esa diferenciación entre los funcionarios que creen en el "relato" y los que no pero tienen que hacer como que sí. ¿De cuáles hay más dentro del kirchnerismo?
Yo pienso que los que creen en las cosas que dice Cristina no están cerca del poder. La inmensa mayoría del kirchnerismo es sumamente pragmática, capaz de girar de "no vamos a devaluar" hasta "devaluamos hasta el fondo", y aplaudir una cosa y la otra. Desde "Scioli es la derecha y no va a pasar" hasta uno de los últimos artículos de Verbitsky, donde ya empieza a plantear que Scioli está cambiando mucho. Van y vienen, y todavía no vimos todos los barquinazos que pueden dar. Pueden pagarle al Fondo lo que el Fondo ni necesita que le paguen y venderlo como el heroísmo de desendeudamiento. El kirchnerismo es todo y nada al mismo tiempo. No tiene nada que ver con una creencia en valores, tiene que ver con construir poder y mantenerlo, como el resto de la política.
-Usted protagonizó uno de los momentos políticos del año cuando entrevistó a Amado Boudou. ¿Qué reflexión puede realizar de aquel encuentro a casi cuatro meses?
Lo primero es que fue una de las mejores notas de mi vida, fue increíble haberla conseguido. Lo otro que tengo para decir es que me sorprendió su debilidad, o su inconciencia más bien, porque cuando armamos el guión del reportaje, estudiamos mucho el caso, su indagatoria, sus apariciones en 678. Y la sensación era: "Para todo esto junto, este tipo no tiene escapatoria, tiene que tener un as en la manga". Y todo el tiempo pensaba "¿qué tiene? ¿Qué va a mostrar en el reportaje para convencer a las personas de su inocencia, que todo es un armado?" Pero a medida que iba avanzando la nota, mi sensación era: "No tiene nada".
-¿Por qué cree que le dio la nota?
Hasta el día de hoy me lo pregunto... Boudou hablaba con Zloto, que le propuso reglas de juego claras para la entrevista: que no iba a ver ninguna agresión, que íbamos a poder preguntar de todo, que iba a ser respetado por su investidura. Y nada más. Pero era obvio que no estaba preparado para un escrutinio tan riguroso.
-¿Piensa que más allá del descrédito y los procesamientos, Boudou terminó "zafando"? Porque ya casi no se habla del tema, ni parece que vaya a renunciar.
Boudou está hecho pelota. Es un tipo que el Gobierno no sabe dónde poner en los actos públicos, que cuando habla se equivoca y da por muerta a gente que está viva... Pero hay que tener en cuenta que tampoco los temas duran mucho en los medios. Nadie se acuerda, pero Watergate duró varios años, y en el medio de todo Nixon ganó la reelección. Estos procesos tienen estos "ups and downs".
-¿Cómo ve al kirchnerismo en este momento?
El kirchnerismo tiene una gran fuerza, que a la vez es su mayor debilidad, que es una Cristina-dependencia enorme. Ni candidato a gobernador que emocione tienen, están cada vez más obligados a pactar con Scioli. Pero la tienen a Cristina, que hoy es la Messi de la política. Es como cuando dicen "la Selección tiene una Messi-dependencia". Sí, pero tiene a Messi.
"NO ME ARREPIENTO DEL VOTO A KIRCHNER EN EL 2003, PORQUE LOS RESULTADOS DE SU GESTIÓN FUERON BUENOS. PERO NUNCA CREÍ QUE FUESE UNA BUENA PERSONA".
-Mencionó su libro"¿Qué les pasó?", y recuerdo que al momento de su lanzamiento, Jorge Fontevecchia escribió que usted se equivocó dos veces: primero al creer en ellos y luego por pensar que eran tan malos. A la luz de todas las revelaciones sobre hechos de corrupción vinculados a Néstor Kirchner, y en lo que derivó este proceso político, ¿se arrepiente de su posición inicial optimista respecto al kirchnerismo?
No, esa es una manera incorrecta de verlo. Equivocarse no está mal, está bien, es un tipo que está probando. Yo le iba a contestar a Fontevecchia, pero al final fue tan fuerte lo que pasó con ese libro, que pensé que no podía estar defendiéndome de cada cosa que se dijera. Pero le dije que le iba a contestar con una nota que se llamara "Equivocarme mil veces". No diciendo "no me equivoqué", sino "me hubiera gustado equivocarme más". Porque la vida es una sucesión de equivocaciones, equivocaciones honestas, de gente que busca. Por otro lado, yo siempre digo que de todos los votos que yo puse en la urna, del 83 para acá, hay dos que no me arrepiento: uno fue el de Alfonsín y otro el de Kirchner en el 2003. ¿Pero por qué no me arrepiento? Porque los resultados concretos de su gestión fueron buenos. Yo nunca creí que Kirchner fuese una buena persona, o alguien honesto. Yo en ese libro digo: "¿Este tipo podrá cambiar respecto a todo lo que es?". Y fui muy crítico todos esos años. Con el INDEC, con la operación contra Enrique Olivera, con Rovira en Misiones...
-¿Piensa que el kirchnerismo va subsistir fuera del poder o termina como el menemismo?
En principio, pase lo que pase, no va a ser inmediato. Ni el kirchnerismo va a volver rápido al poder ni va a desaparecer. Es una fuerza que logró niveles de identificación muy altos en la población, tiene un liderazgo muy claro, y pasa algo, que es común a todos los procesos políticos latinoamericanos actuales, que es que en estos diez años la gente vivió mejor. Es una cosa objetiva. Vos podés decir "se podría haber vivido mejor", o "fue a pesar del Gobierno", pero eso fue así. Ahora estos últimos dos o tres años se está viviendo un poco peor, pero mucha gente mira todo el proceso y dice: "Pero si lo comparo con cómo estaba cuando empezó el kirchnerismo, estoy mejor". Con lo cual, el que venga va a tener que mostrar algo más. No es como el 99 que el menemismo estaba acabado y la gente, agobiada. Con Alfonsín pasó lo mismo, terminó muy mal. Esto no está terminando tan mal. Entonces me parece que tiene cuerda para un tiempo. Igual a mí lo que me preocupa es la Argentina, no el kirchnerismo. Y lo que veo mirando hacia atrás es que el país ha ido de laberinto en laberinto, dictadura, menemismo, kirchnerismo... y la inquietud que me genera es "¿cuál va a ser el próximo laberinto?"
-¿Y por qué la Argentina queda atrapada en esos laberintos?
Porque sus principales líderes políticos se proyectan para siempre. No es que dicen: "Gobierno unos años, es un honor que me han dado, voy a hacer lo mejor que pueda, y después que venga el siguiente". El esfuerzo que ponen en construir un movimiento que lo domine todo es tan desgastante que termina todo siempre mal.
"Una mujer única", de Ernesto Tenembaum (Editorial Planeta)
Fuente infobae.com

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