Además de los autos lujosos y los libros, Lázaro Báez tiene otro pasatiempo poco conocido: las armas de fuego. En total tiene 65 declaradas ante el Registro Nacional de Armas (RENAR). La mayor adquisición la hizo a partir del 2006 y coincide con la compra de sus estancias.
La información se encuentra entre los documentos incluidos en el expediente que investiga la supuesta existencia de bóvedas en una de las estancias del empresario, que ya cumplió un año. La causa radicada en Santa Cruz investigaba exclusivamente la tenencia de armas y algún posible ilícito.
La inversión en armas asciende a unos dos millones de pesos, y el inventario incluye ametralladoras, refucilo, una escopeta semiautomática, un fusil Mauser, pistolas semiautomáticas, revólveres de acción doble, carabinas semiautomáticas y de repetición, un fusil de caza, mosquetes, entre otras. Todo está detallado en la causa caratulada que llevó adelante la jueza federal de Santa Cruz Andrea Askenazi Vera.
El expediente incluye el informe del RENAR, que también detalla la condición de “legítimo usuario de armas de fuego de uso civil condicional” de Báez, con la credencial 5.308.578. El vencimiento de su licencia es el 1° de junio de 2018.
Quienes también se encuentran con la misma inscripción y con carnet vigente son sus dos hijos varones, Martín (el mayor) y Leandro (el menor), de quien se sabe que practica caza en las estancias de su padre. Así los Báez sólo pueden tener las armas, transportarlas descargadas y con las municiones separadas.
Desde el entorno del empresario en Santa Cruz explicaron que Báez “colecciona armas hace años, y muchas son antiguas, de la época de colonización de la Patagonia”. Las más destacadas son fusiles de un tiro y varios mosquetas. Sin embargo, no está habilitado como “usuario coleccionista”, ya que para tan fin se debe solicitar la inscripción en una categoría específica para personas con más de diez armas y más de cien municiones. Actualmente está registrado como “usuario individual”.
La resolución judicial del expediente sobre las armas es que “no hay comisión del delito investigado”. Esta parte de la causa está en Santa Cruz, mientras que la original sobre las bóvedas presentada por Elisa Carrió el 23 de mayo de 2013 está en el juzgado federal porteño de Sebastián Casanello, que también investiga a Báez por lavado de activos (ver “La causa..”).
En aquel momento la diputada nacional denunció que había al menos doce armas largas en el registro fotográfico aportado a la causa de las bóvedas. Entonces se solicitó al RENAR que proporcionara el listado de armas registradas a nombre del investigado.
Desde el entorno de Lázaro Báez vincularon la adquisición de las diferentes armas con la sucesiva compra de estancias. “Muchas de las armas viejas vinieron con las estancias que fue comprando”, agregaron. Según pudo saber Clarín, la mayor cantidad de armas están en varias de las cerca de 25 estancias que posee Báez, que en total suman una superficie de 427.033 hectáreas. La mayoría de esas propiedades las compró a partir de 2006.
La tenencia de armas no es novedad para los estancieros vecinos de Báez. Uno de ellos, cercano a las tierras del empresario en El Calafate, contó que a causa de la proliferación de guanacos en la zona “muchos productores rurales decidieron proceder con sus propios recursos sobre los guanacos que están haciendo inviable su producción ganadera”, dice.
Asimismo relató que Lázaro equipó a sus puesteros con fusiles y municiones “a discreción”. “Una bala de calibre 7.62, munición de guerra, es lo que se necesita para asegurarse que un guanaco caiga”, explicó la fuente. Calibres menores, como el 22, raramente logran liquidar el animal. Una bala 7.62 cuesta más de 10 pesos.
Hasta el año pasado, el registro de armas estaba dividido entre el RENAR, para las de calibre grueso, y el Registro Provincial de Armas (REPAR), para las de calibre menor. El año pasado el RENAR unificó dicha potestad.
Fuente clarin.com
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