“El poder político puede mandar a uno de los suyos a una embajada y hasta por la vía excepcional, a algún consulado. Siempre, por arriba del cargo de embajador; nunca por debajo. Es irregular”. Así de lacónico sonó la respuesta de un diplomático retirado de sus funciones, indignado por la designación del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, como agregado para Asuntos Económicos en la embajada argentina en Roma.
Este y otros dos diplomáticos en actividad, prefirieron el anonimato, al igual que un ex embajador político. Todos, disgustados por el programa “embajadas para todos” que, dicho con ironía, parece haber implementado el gobierno nacional: Juan Manuel Abal Medina a Chile, Daniel Filmus a la Unesco, Moreno a Italia y la oferta rechazada por Mercedes Marcó del Pont para hacerse cargo de la sede diplomática en París.
El vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, anunció que Moreno había sido designado a partir del día 2 de diciembre “bajo lo dispuesto por la ley 20.957, artículo 10”.
A lo que hacía referencia era, precisamente, a la Ley Orgánica del Servicio Exterior de la Nación, ámbito para el cual los funcionarios políticos son la excepción, no la regla.
Ese artículo, efectivamente, establece, textualmente: “El Poder Ejecutivo podrá designar agregados especializados en las áreas de Defensa, Cultura, Economía u otras, por iniciativa propia o a propuesta de los distintos ministerios, con afectación a sus respectivos presupuestos”. Agrega: “Este servicio de agregados especializados dependerá del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, salvo en los asuntos específicos de su especialidad y función, en los que mantendrán dependencia directa con el ministerio de origen. Formarán parte de la misión diplomática en que actúen y estarán subordinados al jefe de la misma, a quien deberán enterar de las instrucciones que reciban y de los informes que remitan a sus respectivos ministerios. Por vía reglamentaria se establecerá el orden de su rango protocolar”.
Sin embargo, a pesar de lo establecido, los “usos y costumbres” citados por los diplomáticos consultados dan cuenta de que “muy pocas veces se introduce transversalmente en una embajada a un político en un cargo que, habitualmente, es de carrera”.
Uno de los interlocutores admitió que hay cierto malestar en el ambiente, “similar al que se produjo cuando designaron a Héctor Timerman como cónsul en Nueva York”. Esa “bronca” no es político-partidaria, sino de cuerpo: esperan que se siga el estilo y que no se rompan los protocolos en marcha, en un mundo (de eso se trata la diplomacia) que es diferente al del ajetreo político.
Sobre el funcionario de Economía que prepara sus valijas para ser vecino del papa Francisco, de quien es, además, un viejo conocido por la militancia en Guardia de Hierro en los años 70, se indica, además, que “accederá a un cargo en una situación similar a si alguien designara a un jefe de área para la cual hay decenas de aspirantes en la estructura, aguardando el ascenso anual que establece la misma ley que rige al Servicio exterior”.
Ser y parecerlo. Un punto aparte merece el carácter, precisamente, “poco diplomático” de Moreno, del que ha hecho alarde públicamente en el ejercicio de la función.
Por ello, los integrantes del Servicio Exterior recomiendan leer también el artículo siguiente al esgrimido para designarlo en Italia, el 11, que dice: “Para pertenecer al Servicio Exterior de la Nación es indispensable: a) Ser argentino nativo o por opción y mayor de edad; b) Tener pleno goce de los derechos civiles y políticos; c) Conducirse en forma honorable, pública y privadamente; d) Mantener una conducta económica ordenada e inobjetable; e) Poseer, el funcionario y su cónyuge, condiciones psicofísicas y de cultura social adecuadas; f) Que siendo casado, el cónyuge del funcionario sea argentino nativo o por naturalización. g) Prestar juramento de fidelidad a la Nación y a la Constitución Nacional; h) Cumplir con los requisitos del ingreso establecidos en esta ley y su reglamentación”.
En tanto, las mismas consideraciones que se han vertido en voz baja sobre Moreno rigen para Abal Medina, destinado a la representación en Santiago de Chile. Pero allí el caso es diferente. Siempre hubo embajadores políticos y uno que, sin dudas, no cumplió con el transcripto artículo 11 fue Oscar Spinoza Melo, exonerado por la Cancillería tras protagonizar hechos escandalosos en el ejercicio del cargo.
En la región que más intercambio mantiene con Chile, Cuyo, hay decepción. Estaban conformes con la gestión de Ginés González García, tal como lo manifestaron peronistas como el senador Adolfo Bermejo, radicales como el ex gobernador mendocino y ex vicepresidente Julio Cobos y los sanjuaninos, que vieron en él a un aliado para su lucha pro-minera. Y en los ámbitos dirigenciales, tanto políticos como económicos, se ve en el ahora desplazado jefe de Gabinete a un político sin trabajo “al que hay que colocar” y no a un negociador hábil y diplomático, cosa que, sin embargo, está pendiente de evaluarse.
Fuente gacetamercantil.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario