Tras un largo juicio y varias apelaciones, el cura Julio César Grassi fue encontrado culpable en 2009 del delito de "abuso sexual agravado" de un menor de edad que vivía en la Fundación Felices Los Niños. En 2013, luego de la ratificación de la pena por parte de la Suprema Corte bonaerense, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Morón ordenó la detención y su traslado al penal de Campana. Cómo fue el paso de la penitencia a los lujos y manejar desde la prisión los destinos de la Fundación.
En el programa Periodismo para Todos se denunció que lejos de vivir en la austeridad obligada de una cárcel, el padre Julio César Grassi cuenta con amplios beneficios que le permiten una vida de "lujos".
Dispone de una oficina pegada a la despensa del Penal. Allí tiene otra cama, baño privado, escritorio y una computadora. Da órdenes a través de sus tres celulares. En su celda, además, tiene un televisor LED TV de 21 pulgadas, un frigobar y un caloventor.
En las primeras semanas, Grassi no contaba con ninguno de estos beneficios (tal como se ilustra con las fotografías aquí publicadas): apenas contaba con un viejo televisor (CRT) y una mesa de hormigón con dos banquetas. El baño era compartido.
Además, en esa etapa atravesó un duro período de adaptación, que incluyó una serie de entrevistas con psicólogos y psiquiatras que tenían como objetivo trazar su perfil y definir la estrategia para que la iniciación carcelaria no sea tan violenta.
El cura fue alojado en el pabellón seis de la Unidad Penitenciaria N° 41 junto a otros treinta detenidos más, muchos de ellos acusados por delitos contra la integridad sexual. Según las fuentes, el pabellón que ocupa Grassi es “de conducta”, por las características de los internos que alberga. Está destinado a presos evangelistas y católicos.
Por aquellos días, Grassi no estaba cómodo ni a gusto en la cárcel por una sencilla razón: creía que su detención es una verdadera pérdida de tiempo para la sociedad. "Está caído, deprimido. No logra adaptarse ni se muestra interesado en realizar actividad alguna", contó entonces un vocero consultado. Fue en diciembre que Grassi pudo superar el período de adaptación, y fue en ese mes que Grassi lo demostró encargando un pesebre gigante para el penal. Gracias a él la Unidad Penitenciaria Nº 41 contó en la Navidad pasada con un pesebre tamaño natural, que fue donado por Fernando Pugliese, escultor y creador de “Tierra Santa”.
En el informe de Periodismo para Todos, se puso observar cómo decenas de cajas con donaciones recibidas por la Fundación Felices Los Niños eran desviadas hacia el penal de Campana. Según PPT, las cajas de comidas, camas, colchones y demás provisiones serían usadas por el sacerdote para negociar su comodidad y bienestar con efectivos del Servicio Penitenciario y otros reclusos.
Fuente perfil.com
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