Un dato: el estadio no pudo estar listo para la ceremonia inaugural por demoras en las obras. Una trampa temporal: no hace referencia al Mundial que empieza hoy sino que habla del Estadio Centenario de Uruguay, que se inauguró 5 días después del inicio del primer Mundial de Fútbol, en 1930. El juego –y algunas circunstancias– siguen siendo lo mismo, una pelota, dos arcos y 11 jugadores por lado. Pero el hombre convirtió al fútbol en otra cosa. Un espectáculo global que hoy, desde las 15.15 hora Argentina, convocará a 1.000 millones de espectadores para ver la ceremonia de inauguración, en el estadio de San Pablo, y el primer partido entre la selección local y Croacia (ver página 5). En total, durante el tiempo que dure el Mundial se jugarán 64 partidos.
La de hoy será una fiesta breve, para no arruinar el césped del estadio. La pelota necesita un territorio parejo donde rodar y, por suerte, todavía sigue siendo más importante que Jennifer Lopez. Durante un mes, en la mayoría de los hogares no se hablará de otra cosa. Pero la pasión por el fútbol puede llegar a límites nocivos para la salud. El Ministerio de Salud ya emitió un alerta en la que se señalan como dañinos la mayoría de los rituales argentinos: comer una picada, fumar, tomar bebidas con mucha azúcar o con alcohol mientras se ven los partidos. Para disminuir el estrés futbolero recomiendan hacer “pausas activas, levantarse, elongar los brazos y piernas y durante le entretiempo, caminar unos minutos”, algo que en realidad hacen todos los hinchas de manera instintiva.
Los que más peligro corren son los enfermos del corazón. En el mundo se comprobó que se triplican las consultas por episodios cardíacos de los hinchas cuando juega su país (Mundial de Alemania 2006). Y las internaciones aumentan un 25% (otro ejemplo que involucra a la Argentina, esta vez en el Mundial de Francia 98, según un relevamiento en hospitales ingleses después de la eliminación por penales).
“Lo que arranca hoy es un espectáculo deportivo, subrayando la palabra espectáculo. Para la mayoría de nosotros, nuestro acceso al Mundial es a través de la televisión. Por lo tanto no deja de tener todas las características de un evento televisivo. Es un espectáculo que tiene una trama y yo entiendo que esa trama viene de algún modo a reemplazar un instinto humano de vinculación con el otro. El fútbol sigue siendo un juego, en el sentido más puro de la competencia deportiva, pero a la vez está sujeto a las normas del rating televisivo. Los jugadores están atentos a eso”, explica el filósofo Darío Sztajnszrajber.
“Los Mundiales se convirtieron en megaeventos, algo que va mucho más allá de una competencia deportiva. Hay temas comerciales en el medio y está cada vez más en juego la discusión de ‘lo nacional’. En el caso argentino, no está la identificación de los jugadores con nuestros clubes, en algunos casos ni sabemos en qué club juegan”, dice Rodrigo Daskal, sociólogo e investigador del Centro de Estudios del Deporte de la UNSAM.
Según los relevamientos en las empresas locales, en 8 de cada 10 se podrá ver los partidos de Argentina durante el horario del trabajo, como método de motivación y también para reducir el ausentismo. Aun así, 1 de cada 10 empleados admite que inventará una excusa para no ir a trabajar y ver el partido desde su casa. En las escuelas del país, como ya informó Clarín, pasará lo mismo: a pesar de que dos de los tres primeros partidos de Argentina caen en fines de semana, el ministro de Educación, Alberto Sileoni, dijo que se podrán ver en las escuelas. Empieza el fútbol. Empieza el show.
Fuente clarin.com
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