martes, 24 de junio de 2014

Cinco hermanitos le pidieron a la Justicia que los adopten juntos

Intuyen que un hogar es ese espacio donde una mamá cocina y un papá los ayuda con la tarea. Una casa calentita, una habitación llena de juguetes, un domingo al sol. Creen que en una casa uno festeja su cumpleaños con una torta llena de velas que se encienden para pedir tres deseos con los ojos apretados y esa fe de los pibes que hace que cualquier cosa sea posible. ¿Qué podrían pedir? ¿Pisar la Luna, gambeatear como Messi, que Violetta les dedique una canción? No.
Estos cinco hermanos piden que una mamá y un papá los cuide, y que no los separen. Así se lo hicieron saber a la Justicia, que dispuso hacer una convocatoria pública para encontrar una familia que quiera adoptarlos a todos.
Son tres mujeres y dos varones escolarizados y en buen estado de salud. Nacieron en Buenos Aires y tienen 6, 7, 10, 11 y 14 años. De sus papás biológicos no hay noticias. Desde hace tres años viven en hogares para niños que esperan ser adoptados. No comparten la misma institución, pero cuando se ven –en el hogar o en la Defensoría Zonal de Niños, Niñas y Adolescentes de Palermo– conversan sobre la necesidad de estar juntos.
“ Queremos papás buenos y divertidos”, es el deseo de los chicos. Lo cuenta Paula Novoa, titular de la Defensoría, que los asiste en la búsqueda. “Los mismos chicos solicitaron permanecer juntos por medio de un acta que presentaron en el Juzgado. La Justicia dio lugar al pedido y la Defensoría General de la Nación lanzó una convocatoria pública porque en los registros no hay familias que estén dispuestas a adoptar cinco hermanos”, agregó Novoa. Nada más real: en nuestro país, sólo el 2% de los aspirantes adoptaría tres hermanitos y no hay candidatos para más chicos (ver “Una búsqueda compleja...”).
Estos hermanos saben sobre el desamparo.
Durmieron en la calle y también los abandonaron por segunda vez: en 2011 un allegado a sus padres se presentó en la Justicia y dijo que no podía hacerse cargo de ellos. En la Defensoría agotaron las instancias de revinculación con su familia de origen hasta que el Juzgado les decretó el estado de adoptabilidad. Mientras el tiempo pasaba y no aparecían adoptantes, los chicos veían cómo sus compañeros de hogar se iban con otras familias. Entonces el Consejo de los derechos de Niñas, Niños y Adolescentes solicitó con carácter de urgente al Juzgado interviniente que dispusiera una convocatoria pública de adoptantes para ampliar las posibilidades de dar con una familia que quiera adoptarlos.
Pero el camino es igualmente largo. En principio un equipo especializado evalúa a las familias candidatas. De ser “aprobadas”, un juez –de acuerdo a su criterio– define cuál es la mejor. Luego se pasa a la instancia de vinculación entre los aspirantes y los chicos. El Juez decidirá el momento de la convivencia, con una supervisión es permanente. “Este proceso puede durar varios años –concede Guadalupe Tagliaferri, presidenta del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes porteño– porque el eje no está puesto en el derecho al adulto a ser padre, sino en el derecho que tiene el niño a acceder a un hogar”.
De eso sabe Gilda Podestá, miembro del equipo técnico de la Fundación Juanito, una ONG dedicada a la protección de la infancia. “No siempre es realizable. Hay que gente que se ofrece, pero no tiene recursos. Hay gente que tiene idealizada la adopción y que cuando se da cuenta de que no es lo que imaginaba ‘devuelve’ a los chicos. Esos niños nuevamente abandonados, representan el 30% de las adopciones”, explica y sigue: “La ley ampara a los grupos de hermanos. Y no es raro el pedido de estos chicos.
Significa resguardar el único lazo que poseen. Ellos son su propia historia 
Fuente clarin.com

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