“La gente sigue mi vida como una novela. Fui campeón del mundo como motonauta. Me puse de novio y me casé con la chica más linda de Argentina en ese momento. Me salvé de un incendio. Perdí un brazo en el río. Salí adelante. Me metí en política. Aguanté de todo.
Peleé y siempre terminé ganando ”. La explicación, de boca de Daniel Scioli, le quedó grabada a un funcionario de su gabinete que lo consultó tiempo atrás por el misterio de su imagen siempre empinada en las encuestas.
El lunes pasado, Scioli entró eufórico a su oficina del piso 19 de la torre porteña del Banco Provincia. “¡¿Así que ahora todos hablan de diálogo, de consenso, de unidad nacional, citan a Francisco, hablan de desarrollo?!
¡Pero ojo que hay uno sólo que es el original!
”, rio señalándose el pecho. Se refería al discurso de la Presidenta del día anterior en la Plaza de Mayo. Pero también a las ideas que repiten sus principales rivales en la carrera presidencial 2015.
“Una vida de novela” y “lleve el original, no la copia” nunca se convertirán en sus eslóganes de campaña, pero son conceptos centrales para entender el modo de actuar, hablar y moverse del gobernador bonaerense camino a la elección más importante de su vida.
No habrá acto de lanzamiento después del Mundial. Tampoco saldrán de su boca adelantos específicos sobre su programa de gobierno hasta mediados de 2015, cuando comienza la campaña por ley (aunque algunas pautas se podrán inferir de las conferencias temáticas de la fundación Desarrollo Argentino, que comenzarán la semana próxima con Mario Blejer y Miguel Bein). No se trata sólo de un prurito legalista. “Daniel tiene que ser kirchnerista como gobernador y para ganar las primarias. Menos K y más peronista para la elección general. Y antikirchnerista si hay un balotaje”, describe el estrecho desfiladero por el que se debe mover Scioli uno de sus hombre de consulta permanente.
Aun así, esta “no campaña” es una campaña encubierta. El gobernador recorre el interior semanalmente. Inaugura una sucursal del Provincia, expone en alguna institución local (próxima estación: 10 de junio en la Bolsa de Comercio de Rosario), se reúne con los referentes del peronismo distrital y hasta sale a correr por las calles para tomarle el pulso a su popularidad. En paralelo se mueve Karina Rabolini. “La gente nos conoce. Todos me recuerdan alguna anécdota. Algunos de mi etapa de motonauta, otros de cuando fui como secretario de Turismo, diputado o vicepresidente. El vínculo emotivo es muy importante en la política”, repite entre los suyos.
Una de sus obsesiones actuales es combatir la idea de que su gestión como gobernador es pobre, algo que repiten con igual énfasis kirchneristas y opositores. En esa línea trabaja la última tanda de spots del publicista Ernesto Savaglio, con el lema “Buenos Aires, activa como nunca”, mientras el gobernador machaca en sus últimas entrevistas con que bajó la deuda provincial, subió impuestos a sectores poderosos y transfirió recursos a los municipios como nunca. Pero sobre todo, no quiere dejar que Sergio Massa le arrebate la bandera de la lucha contra la inseguridad. Declaró la emergencia en abril y promete ir mostrando resultados mes a mes. “Massa y Macri administran un country –ningunea a sus principales rivales–. La provincia es un país”.
Cree que Cristina, de manera consciente o no, lo está ayudando al ordenar la economía: un final traumático favorecería a sus rivales opositores. Avisa a todos los sectores del PJ (La Cámpora incluida) que van a tener lugar en sus listas y su gobierno e imagina en su gabinete a varios gobernadores.
“Las demandas de la sociedad van cambiando. Alfonsín, Menem, De la Rúa, Néstor y Cristina ganaron porque fueron los que mejor las interpretaron en cada momento. Ahora viene un presidente de diálogo, de consenso, que trabaje en equipo, de perfil desarrollista. Todos intentan mostrarse así, pero la gente sabe que el original soy yo”, se convence en la intimidad.
Fuente clarin.com
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