lunes, 2 de junio de 2014

Con suspenso hasta el final, el “novio fugitivo” dio el sí

Recién casados. Virginia Taborda (26) y Fernando Marengo (29) salen de la iglesia de Fátima, el sábado, con anillos y libreta en mano. /JOSE ALMEIDA
“¿Vendrá la novia?” La pregunta se repetía una y otra vez en la puerta de la iglesia de Fátima, cuando el humor negro suplía la incomodidad y el silencio. Era sábado a la noche y Fernando Marengo ya estaba esperando en el altar. La broma tenía cierta lógica. Este joven santafesino de 29 años hace casi tres meses se fugó el día que iba a casarse con Virginia, la mujer con la que convive desde hace más de dos años y con la que crían a su hija de tres. Esta vez, la que no llegaba era ella. En las inmediaciones de la iglesia, los minutos pasaban entre el murmullo, la expectativa y las dudas. “¿Se vengará y lo dejará plantado a él?”, se preguntaban por lo bajo los invitados. Pero en esta novela –que se expandió por los medios provinciales y nacionales– no hubo lugar para ese capítulo macabro. La novia llegó y caminó segura por el pasillo central de la iglesia con su vestido blanco. Así Virginia y Fernando se aceptaron como marido y mujer ante Dios y ante sus familiares y amigos.
“Ya pasó todo, quedó en el recuerdo lo sucedido, me ayudó para crecer como persona y para pensar más antes de tomar decisiones apresuradas”, dijo emocionado Fernando, al que ya todos conocen como el “novio fugitivo”.
El apodo –y la comparación con la película de Julia Roberts y Richard Gere– nació cuando el joven reapareció sano y salvo. Pero todo había comenzado con preocupación. En la noche del 8 de marzo estaba prevista la boda de “Nano” y Virginia. Esa mañana el novio salió a pagar un servicio y luego nada más se supo de él. Estuvo más de 48 horas sin dar señales de vida y cuando el caso rebotó en los medios, apareció en Rosario, en una pensión. Desde allí la sorna y el ribete tragicómico del caso le ganaron a la preocupación. Pero también la sospecha y las versiones dieron vueltas hasta que Marengo dio su explicación.
“Me enceguecí porque no podía hacer el casamiento ya que no me alcanzaba la plata para pagar la fiesta. Sentí vergüenza y me equivoqué. Estoy muy arrepentido”, dijo aquella vez y entre llantos en su casa, en la ciudad de Santa Fe.
El día de su aparición indicó que se había ido primero a la provincia de Entre Ríos, pasando por las ciudades de Paraná y, luego, a Victoria. Y de allí cruzó el Paraná nuevamente para irse a Rosario, donde lo encontraron unos amigos que lo estaban buscando.
Su novia, Virginia Taborda, de 26 años, siempre estuvo dispuesta a darle una nueva oportunidad. Nunca puso en duda la decisión que habían tomado hace más de un año. Pero claro, el mal trago de aquella decisión generó chispazos en la pareja durante estos meses. “Tuvimos varias peleas, pero todo ayudó a madurar como pareja, a estar más juntos y a llegar a este día único para nuestras vidas”, dijo Marengo. Antes de la boda, ella había asegurado que “nada lastimó el amor y los sentimientos que tengo hacia Fernando. Él reconoció su error, y eso lo hizo crecer como persona. Cuando miro hacia atrás, no puedo creer que nos haya pasado esto, pero en la vida todo sucede por algo”.
El sábado, luego de unirse en matrimonio, unos 180 invitados se trasladaron al salón donde se realizó la fiesta y donde también se casaron por civil. La fiesta duró hasta altas horas de la madrugada de ayer.
A la salida de la iglesia, los novios fueron saludados con pétalos de rosas. Sólo Fernando habló con los medios que se acercaron a cubrir el casamiento, que ya se había convertido en noticia. Familiares y amigos no salían de su asombro por la repercusión de la boda. Ella, en cambio, prefirió el silencio y esta vez sí, disfrutar de su noche soñada
Fuente clarin.com

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