El ámbito no podía ser más porteño: el fondo de una “casa chorizo”, como se las llamaba a aquellas viejas casonas largas y angostas, en el barrio de Flores, la glorieta para refugiarse del sol y la mecedora de mimbre que permitía el bamboleo justo. Hace más de medio siglo, allí pasaba largos ratos el joven Jorge Bergoglio deleitándose con una de sus grandes pasiones: el tango. Sea escuchándolos por radio, sea poniendo antiguos discos de pasta, Bergoglio ya sentía el placer que muchos descubren de grande, después de que la vida dejó unas cuantas marcas.
El haber abrazado la vocación religiosa no le impidió a Bergoglio convertirse en gran conocedor del dos por cuatro. De la primera etapa del tango, prefiere la orquesta de D’Airenzo. Y, como cantantes, a Carlos Gardel, Ada Falcón (que después de hizo monja) y Julio Sosa. De la segunda, a Astor Piazzolla y a Amelita Baltar que, a su juicio, es la que mejor canta sus obras. Vecino de Susana Maizani, le dio la unción de los enfermos.
Bergoglio nunca ocultó su pasión tanguera. Una pasión que sintoniza con su amor por Buenos Aires. “El tango me gusta muchísimo; es algo que me sale muy de adentro”, le dijo hace unos años. Reconoció incluso que en sus años mozos lo bailaba (aunque prefería la milonga). Claro que nunca pensó que la confesión de su afición musical sería, tras su elección como Papa, no sólo un motivo adicional de emoción para los tangueros de ley, sino el disparador de un tango que lo tendría como protagonista.
Allí confluyeron el talento del periodista Enrique Bugatti –por muchos años del staff de Clarín –, para la letra, y de Edmundo Rivero (h) para la música. Interpretado por el gran José Colángelo y su orquesta, fue grabado hace pocos días. El sueño del querido Enrique era que lo escuchara Francisco y había iniciado gestiones para verlo hecho realidad. No pudo ser. Su vida se apagó esta semana. Pero… ¡qué contento se pondrá observando ‘desde arriba’ cuando “Un tango para Francisco” lo escuche su destinatario, ya no bajo la glorieta de la casona de Flores, sino en medio de los jardines vaticanos!
Fuente Clarin
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